26/3/17

El capítulo 22

Sigo corrigiendo la novela «El Destructor de Estrellas» y, a diferencia de otros escritores a los que les he leído que corregir es una tortura, está siendo una experiencia bastante interesante, con mucha reflexión y reconocimiento. Como he comentado en alguna ocasión, primero escribo a mano y la primera corrección la hago mientras mecanografío el manuscrito. Ahora ya tengo claro por donde transita la novela y puedo fijarme e introducir todos esos detalles que hacen que la historia sea más redonda y que el final esté siempre a la vista, pero oculto entre todas las palabras.



Una de las cosas en las que estoy poniendo cuidado es en el narrador (en realidad, narradores) de la historia. Mientras escribí el primer manuscrito, aunque tenía claro que no quería un narrador con la capacidad de leer en el interior de todos los personajes, no fui disciplinado y, en ocasiones, se me escapaba alguna reflexión de un personaje del que, en realidad, no podíamos saber qué estaba pensando al no estar el narrador junto a él. Esto me ha llevado a reescribir algunas escenas o añadirlas para que la información, si era importante, llegara al lector. En ocasiones, la escena ha desaparecido por completo.

En el capítulo 22, motivo de esta reflexión en mi abandonado blog de escritor, ha sido difícil e interesante de forma especial. En ese punto de la trama un grupo de personajes (que procede de la unión de otros dos) se encontraba con otro grupo de personajes y tenía que narrar el encuentro con tres narradores diferentes en el mismo capítulo. No había sido nada disciplinado y en el capítulo original manuscrito, un narrador omnisciente se había hecho cargo de todo, hablaba por todos los personajes y conocía el nombre y las inquietudes de todos. Era una solución sencilla, pero chirriaba con los capítulos precedentes y o bien cambiaba toda la novela o bien me arremangaba y volvía a escribir ese capítulo. Esto último hice.

Al final, aparecen los tres narradores en el capítulo. Pensaba que se iba a quedar en dos, pero en la escena final he necesitado al tercero. Una consecuencia del cambio de narrador es que cuando el de un grupo habla del otro grupo, no los menciona con su nombre sino por su apariencia o por sus gestos y viceversa cuando ocurre al contrario. Por ejemplo, quién para un narrador es Diana para el otro es la militar. Creo que estas son esas cosas en las que luego el lector no se fija, pero que harán de este capítulo uno de los mejores de la novela.


Me quedan muy pocos ya para el final y así tener un borrador que pasar a mis lectores cero.

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