3/10/15

Maestros

Yo aprendí a amar la literatura en el colegio; allí descubrí de la mano de un profesor al que con maldad llamábamos 4M (medio metro mal medido) y que se llamaba Don José (sí, todos mis profesores tenían un don delante, era otra época), que los libros iban más allá del Quijote, lectura, a mi entender, poco recomendable a esa edad. En mi casa teníamos muchas obras de teatro, cosa de familia, y leía a Poncela o a Paso como si fueran tebeos, sin comprender que aquello era igual de literario que el Mío Cid. Este hombre nos mandó leer la novela «Sexta Galería» de Martín Vigil y recuerdo que empecé a leerla sin ninguna esperanza o, más bien, esperando una nueva Celestina. Para mi sorpresa, las historias de aquellos mineros me atraparon y la angustia de su encierro me hizo devorar aquellas páginas. Aquel fue el libro que me convirtió en lector de novelas.